La Oruga Azul.

La Oruga Azul.
La oruga se puso azul turquesa, porque presa de la luz de la poesía, reposa en las cuartillas de la mesa impregnada de tinta y fantasía… (Antonio Peláez Torres),

jueves, 27 de agosto de 2015

Tren nocturno, por F. JAVIER FRANCO MIGUEL.



Frank decidió trasladarse de Rastenburg a Lugodoviske en el ferrocarril de alta velocidad, para más de mil kilómetros primaban la rapidez y la comodidad. Las luces de la estación, entre la oscuridad incipiente que iba dejándose caer como un cortinaje a varias capas, primero un visillo traslucido, después como prieta tela oscura, y las gotas y microporciones de hielo del aguanieve, destellaban brillos, ráfagas, a veces igual que cometas, refractarios, que podían incluso encandilar los ojos que a paso ligero iban buscando traspasar su umbral. El equipaje y su persona pasaron sin dificultad el engorroso control policial. «Todo sea por la seguridad», pensó para sí. Al fin subió al vagón, ya a punto de verse repleto, y alcanzó su asiento, que resultó ser de ventana, y, conforme la marcha iba acelerándose, atrapado por el paisaje nevado, de palidez cándida entre la negrura creciente, pronto alcanzó el sopor.
Ese mediodía había recibido la llamada de su hermana Sigmar comunicándole el repentino, y a la vez esperado, óbito de la madre. Hacía ya mucho tiempo, quizá demasiado, que no retornaba a su hogar, el trabajo le absorbía toda su vida y hacía que ésta, sin apenas ser consciente de ello, se le escurriera como el agua de la higiene matutina entre los dedos. Soñaba con su infancia, con su madre y su hermana mayor, para la que él siempre ejerció de juguete. Con los montes nevados, los valles profundos y los bosques y prados verdes de la primavera, los ríos de agua transparente y remolinos espumosos… Soñaba.
Luego, el traqueteo brusco, a veces violento, del rascar las ruedas metálicas sobre los helados raíles nocturnos, perturbó su sueño. En duermevela, apenas con una leve apertura de la persiana de los párpados, observaba cómo el vagón iba vaciándose en las diferentes paradas y apenas quedaban ya unas cuatro personas. Se preguntó cuánto tiempo podría haber transcurrido. «Horas», se dijo. Seguramente estaban ya cercanos a las últimas estaciones, quizá en poco más de una hora pudiera estar velando el cadáver de la persona que más había amado en esta vida, de quien hizo de padre y madre, cuando aquél desapareció sin dejar rastro alguno. Ya sentía el calor del abrazo de su hermana y su llanto sobre el hombro. Estaba cerca, seguro, muy cerca. Estaba seguro.
La ventana, cubierta de escarcha, distorsionaba ahora el bruno paisaje, tomando los montes y las arboledas contornos monstruosos, mientras el fuerte alarido del viento se superponía al ruido mecánico. «Una noche de lobos», pensó, cuando en la siguiente estación todos los que aún quedaban bajaron. Sí, ya se había ubicado. La megafonía del tren indicó la parada mínima en Reval y anunció la próxima en Lugodoviske.
Tras unos instantes de soledad, repantingado en el asiento, vio subir al compartimento a una anciana delgada, que se desenvolvía con agilidad. Al resguardo del frío exterior, había entrado envuelta en un oscuro abrigo-capote con caperuza. Frank abrió del todo los ojos, se fijó, y tuvo la sensación de que el compartimento no era el mismo, algo así como si hubiese envejecido varios años en unos instantes, incluso que la alta  velocidad se había desvanecido en ronroneo cansino de tren monótonamente pausado. 
La señora se sentó enfrente. Él educádamente le ayudó a su acomodo. Ella, sin descubrirse, como si la calefacción del habitáculo no le afectase en absoluto, le dijo: «No quedan más estaciones para este tren. No deberías estar aquí. ¿Conoces el descarrilamiento del sesentaiuno? Tu madre compró el billete, pero no subió. El tiempo no cuenta, siempre encajo las piezas»… 
Un sonido estrepitoso, mecánico, metálico, tal que hierros y aceros rozándose entre sí, quizá el ritmo, en segundos, de una guadaña afilándose en las ruedas de afilador del mecanismo de la maquinaria ferroviaria… Crujido, chispas, impacto… ¿Dolor?... Y después…
Después sólo silencio. Todo silencio. 

Frank llegó hasta su madre antes de lo que hubiera previsto.

viernes, 14 de agosto de 2015

ABSOLEM (Revista electrónica), Núm. 26, 15 de agosto de 2015 "Infantil y juvenil "






Revista ABSOLEM, editada en Guadix (GRANADA) por la Asociación para la Promoción de la Cultura y el Arte "La Oruga Azul", 
laorugazul2013@gmail.com

Semana Santa, por ALEJANDRO CUSTODIO TEJADA (5 años)


El bautizo, por MARTA AGÜERA GARCÍA (11 años)



A mi primita Marta, que me inspiró para hacer este relato.

07:55 AM: El tren hacia Málaga salía a las 09:35. Me acababa de levantar y aquello era un desmadre. El taxi llegaría en menos de media hora; las camas sin hacer, el desayuno no estaba servido…
08:13 AM: No había progresos y el taxi llegaría en 45 minutos. Salí disparada a mi cuarto; hice la cama, me vestí, me peiné y aun así… nadie estaba listo.
Mi madre miró la hora asustada – ¡son las 09:04! – bajamos rápidamente, cogimos el primer taxi que pasaba y logramos llegar a la estación. Eran exactamente las 09:32 cuando subimos al tren… y entonces ocurrió:
  • ¡La maleta! ¿Dónde está? – Preguntó mamá.
Nos la habíamos dejado en el taxi. Bueno ya estábamos en el tren; sin maleta, sin ropa, sin dinero, sin nada…
11:17 AM: Rumbo al bautizo, con mi madre – la madrina – que apareció en la iglesia jadeando, con un disfraz de fiesta que compramos en un chino cercano a la estación.
Pero la cosa no acabó aquí ¿cómo definir el desastre monumental de la iglesia? El padrino encendió la vela y accidentalmente prendió la sotana del cura. Lo milagroso fue que la bautizada no lloró en ningún momento ¿Qué porque no lloró? seguramente porque llevaba un chupete.
21:55 AM: Aquella noche nos alojamos en un hostal porque nuestro dinero seguía en la maleta, que continuaba sin ser localizada. Ni siquiera podíamos cenar porque no teníamos ni para un sándwich. Afortunadamente mi hermanito birló algo comestible y pudimos sobrevivir.
Al día siguiente cogimos el tren – el tren equivocado por supuesto – que nos llevó a Guadix. Menos mal que ese era nuestro pueblo, pero… no teníamos llaves de la casa.
No hubo más remedio que pedir limosna. Por suerte parecíamos tan “pobreticos” que conseguimos lo suficiente para volver a Madrid.
¡Todo ese lio por un bautizo!

Monónlogo de futbol, por JULIO A. FERNÁNDEZ GARCÍA (12 Años)




Me llamo Julio Fernández y hoy os voy a hablar de fútbol; ese deporte en el que cuando tu equipo gana es el mejor del mundo pero, sin embargo, cuando tu equipo pierde vas y dices:
  • ¡Buah! ¡No sé cómo es posible que a esos cojos les paguen quince millones de euros al año!
Y luego están los chaqueteros, que en un momento dado dicen:
– ¡Va a ganar la Liga el Barça!
Y en el momento en el que pierde un partido y gana la Liga el Madrid van y comentan:
– Ya decía yo que iba a ganar la Liga el Madrid…
Y también están las Copas, que siempre pasa lo mismo. Si te toca el Madrid, gritas:
– ¡Esto es un asco!
Y si te toca el Celta de Vigo, exclamas:
– ¡Vamos! ¡A por ellos!
Y por supuesto tenemos a la selección nacional, que un año te está dando la alegría más grande de tu vida ganando el Mundial y al año siguiente pierde en la fase de grupos y se te queda esta cara:
Luego está el asunto de los jugadores. Los hay que lo fallan todo y no sirven para nada, pero que juegan el partidazo de su vida justo cuando se enfrentan a esos equipos que son los más importantes; también están los que en vez de tiros directos y meter goles se ponen a hacer el tonto y por supuesto esos que se quedan completamente solos delante del portero y… fallan.
A pesar de todo, el fútbol es un deporte divertido y apasionante.


Amor, por MARÍA MOLINA PÉREZ (10 años)




El amor.
El amor es lo más bonito
¿Por qué?
Porque quien te quiere es único.
Y ese amor es lo más bonito.
Y ese amor es único y dura siempre.
Porque es eterno.
El amor no se consigue
se lo debe de ganar uno mismo.
Porque es único.
¡Corre y busca el tuyo!


Juancho,Pancho y Cagancho, por ANA LÓPEZ-QUIÑONES PACHECO (7 Años)







Había una vez tres hermanos que se llamaban Juancho, Pancho y Cagancho.

A Cagancho le encantaba el espacio y sus hermanos se burlaban de el por qué le decían que era una tontería y que nunca sería astronauta.
El no les hacía caso y soñaba con hacer un viaje a la luna.

Un día Cagancho estaba viendo la televisión, en las noticias decían que un cohete espacial iba a despegar pasado mañana hacia el espacio.
Pensó que podría colarse y entrar en el cohete, y como su padre era buzo, le serviría su traje.
LLego el día del despegue y Cagancho convenció a sus hermanos para que fueran con él y como no  tenía mas trajes que el de su padre,a Juancho le compró uno con sus ahorros y a Pancho le hizo uno con un mono viejo de trabajo y una pecera.

Los tres hermanos se escaparon de casa y llegaron al espacio, se hicieron famosos y Juancho y Pancho no se volvieron a burlar de Cagancho jamás.



El mago Safrech, por INÉS LÓPEZ-QUIÑONES PACHECO (9 años)






Erase una vez un mago que vivía en una cueva, todo el mundo le tenía mucho miedo, porque tenía mala fama pero en el fondo era muy bueno y amable.

Un día el mago estaba en su laboratorio haciendo experimentos, y de repente apareció una niña, se quedo como paralizado hasta que le dijo:
  • Hola niñita ¿te has perdido? , la niña un tanto asustada respondió,
  • Hola me llamo Lucy y no me he perdido
  • Safrech contestó: Entonces ¿qué haces aquí?
  • Lucy se quedo callada y salió corriendo mientras Safrech le gritaba ¡¡¡ espera, espera !!!
-Lucy paro y miró al mago como si hubiera visto un fantasma
- Safrech dijo, ¿qué pasa Lucy, cual es el problema?
-Lucy contestó, me das mucho miedo y yo no tengo familia, vivo en una cabaña que construí yo y como tengo poco dinero, compro cosas baratas, recojo frutos del bosque y planto vegetales en mi huerto para vivir.

Safrech conmovido por la bondad de la niña la invitó a quedarse a vivir con él y así ninguno estaría solo nunca más.
Ella le dijo que si, que ya no le daba miedo porque era muy amable y generoso y que ambos podrían ser como una familia


Safrech enseño a Lucy todo lo que sabía y después de un tiempo le regalo una varita mágica y se convirtió en una maga excelente y buena que ayudaba a todos los que necesitaban ayuda.


Y fueron felices y colorín colorado este cuento se ha acabado.

domingo, 2 de agosto de 2015

Antonio Enrique “Las praderas celestiales”


Promoción y difusión de los autores accitanos” es el nombre del proyecto que la Asociación para la Promoción de la Cultura y el Arte “La oruga azul” está realizando en Guadix y Comarca. Los objetivos que se persiguen por parte de la asociación son:
·         Fomentar el conocimiento de nuestros escritores (Novelistas, dramaturgos, poetas y filósofos) en nuestra comarca.
·         Animar a la lectura de las obras literarias accitanas de nuestros autores.
·         Acercar la literatura a la población de una forma divertida y original a través del cine, talleres de animación a la lectura.
·         Elaborar documentos audiovisuales de cada una de las actividades para su difusión.
Dentro del marco de este proyecto tendrá lugar la actividad dedicada al escritor Antonio Enrique, el día 11 de agosto del presente año, en el Teatro Municipal Mira de Amescua. La Oruga azul ha realizado un corto inspirado en su novela “Las praderas celestiales”, ambientado en el vecino Castillo de La Calahorra, en la que se cuenta las impresiones y pasiones de tres mujeres del linaje de Mendoza: doña Mencía de Mendoza, la abadesa doña Ana de Austria y doña María de Mendoza. Como fondo de la intrahistoria, la sublevación de los moriscos. Para la realización del corto se ha contado con la colaboración del Ayuntamiento, de la Fundación Pintor Julio Visconti y de un elenco de actores de Guadix y Comarca. Después de la proyección se hará una lectura ambientada de una selección de poemas del autor.
La Oruga azul tiene el gusto de invitaros a todos vosotros a disfrutar de ella, será a las 21 h. Os esperamos con ilusión.