La Oruga Azul.

La Oruga Azul.
La oruga se puso azul turquesa, porque presa de la luz de la poesía, reposa en las cuartillas de la mesa impregnada de tinta y fantasía… (Antonio Peláez Torres),

sábado, 14 de enero de 2017

Lumpen, por PEDRO PASTOR SÁNCHEZ.


Hoy la ciudad ha amanecido de forma distinta a la habitual. Por un momento, la luz cegadora de un radiante sol lo inundaba todo, deslumbraba como nunca, parecía como si me invocara para tocar su incandescente núcleo, y tentado estuve de ello, abstraído como estaba en un placentero sueño embriagador. Más, de repente, todo se sumió en una penumbra desasosegante y fría. El vivaracho sinople y leonado que teñía las copas de los árboles se tornó plúmbea ceniza, el bullicio ensordecedor de la urbe quedó apagado y mudo, como si el légamo que dejó la tormenta de anoche hubiera acolchado el bramido incansable de miles de ruedas a su paso. La niebla, a su vez, aplacó la eterna fanfarria de atascados bocinazos, los vociferantes exabruptos de los necios, pero también el casi indistinguible trino de los pocos moradores alados de los parques y cornisas.
En mi errático deambular diario me cruzo con no pocas sombras que se arrastran de un lado a otro. No son los mismos rostros de siempre, aunque tampoco me resultan ajenos. Esforzándome un poco consigo traer a mi memoria esbozos de recuerdos vividos junto a aquellas caras. Su talante es distinto a como lo recordaba, más amable, regocijándose en el reencuentro, cómo dándome la bienvenida. Atrás quedó el rechazo, la incomprensión y el desprecio de los que eran incapaces de entender cómo la adversidad se cebaba no sólo con los débiles, obscena coyuntura provocada por los poderes fácticos para su propio beneficio.
Mi periplo me lleva junto a las altas torres, inmundos símbolos de poder construidos sobre ancestrales estercoleros, alcantarillas de hipocresía rodeadas de muros de insolidaridad, cínico gueto de prevalentes medradores.
Estoy aturdido por la inextricable sensación de atemporalidad y ubicuidad que me embarga. A mi alrededor, la urbe parece moverse a dos velocidades. Destellos blancos y rojos atraviesan las avenidas, semejando insectos atraídos por refulgentes farolas, apenas fogonazos ante mis ojos. En paralelo, las recargadas aceras palpitan con un ir y venir de espectros entrelazados, execrable hormiguero humano de vaporosos trazos intangibles moviéndose sin criterio. Y de fondo, un monótono y distante tañido, como de ultratumba, acompaña mi gélido hálito.
Una vaharada cálida del horadado subsuelo me recuerda que bajo el asfalto de la metrópoli emergerán aquellos a los que debo rendir vergonzosa pleitesía, genuflexión forzada, para obtener las migajas de sus beneficios, únicas rentas que me permitirán sobrevivir, a duras penas, un día más, en esta selva de egos consumistas.
En los aledaños del hospital, apostado entre el clausurado quiosco de prensa ―ya nadie lee― y la cabina telefónica ―ya nadie llama―, bajo un montón de cartones y miseria, he buscado a “el teclas”, con el que más de una vez he compartido lecho, cogorza, frío y lágrimas. Siempre mantuvo que, en otro tiempo, fue un afamado concertista de piano, caído en desgracia por culpa de las mujeres y el alcohol, por ese orden. Su melomanía nos permite, de tanto en tanto, obtener unas monedas al compás de un desvencijado acordeón, únicas teclas que ha tocado en muchos años. De alguna forma inexplicable, noto la fetidez de su aliento en mi cuello, pero por más que miro soy incapaz de hallarlo allí. En cambio, me he topado de bruces con un niño de aspecto demacrado. Bajo una gorra oculta la incipiente alopecia, impropia de su edad. Con voz grave, me interpela:
―¿Estás sólo?
―Sí ―le respondo mirando a izquierda y derecha, con un gesto tan absurdo como estéril.
―¿Tienes hambre?
Asiento. Entonces saca de su raído abrigo una galleta y me la entrega. Su mano está tanto o más helada que la mía.
―Todavía estás a tiempo. Pide ayuda. Para mí ya es tarde.
Me quedo perplejo ante su insólito proceder y enigmática frase. No entiendo lo que quiere decirme. Tampoco tengo ocasión de preguntarle ni darle las gracias. Al instante, el famélico espectro es engullido por la voraz niebla. Tras el insólito encuentro, me quedo repentinamente exangüe, y aprovecho la cercanía del improvisado cobijo para tumbarme.
El frío lacera mis carnes sin contemplaciones. Debo haber estado durmiendo todo el día porque, de nuevo, el haz deslumbrante y perturbador se clava en mis pupilas.
   ­     ­

La pequeña linterna rastreó algún tipo de reacción del nervio oculomotor. Negativo. Las luces de la unidad medicalizada y el ajetreo del personal sanitario y policial sacó a los vecinos de su habitual apatía. Lo macabro a la puerta de sus casas les impelió a levantarse de sus cómodas butacas y asomarse a las perfectamente insonorizadas y herméticas ventanas. Los comentarios se desperdigaron como flemas de estornudo, demonizando aquel reducto de indigencia que osaba colarse en sus vidas.
― ¿Quién lo ha encontrado?― preguntó el médico al policía que tomaba notas en su libreta.
― Una patrulla. Esta mañana alguien contactó con la comisaría. Dijo ser un familiar del mendigo, todavía no hemos comprobado su identidad, no lleva documentación encima. Nos indicó que le llamó por teléfono, pidiendo ayuda.
―¿Le llamó esta misma mañana? ―balbuceó el desconcertado facultativo.
―Sí, a primera hora.
―Eso es imposible, agente. Este desdichado falleció anoche debido a la hipotermia.
































Town machine, por DORI HERNÁNDEZ MONTALBÁN.


Fue construida con la única finalidad de garantizar la supervivencia sobre la tierra de la raza humana. Pero de hecho es una ciudad-máquina sobredimensionada cuyo teclado biónico de acero y asfalto custodia los mayores avances de la ciencia, pero también oculta la mayor organización financiera, criminal y delictiva del mundo.
Town Machine es conocida como la ciudad de los autómatas: híbridos humanos que tras su apariencia, casi perfecta, de piel  humana, se esconden preciados descubrimientos y raros componentes orgánicos. Y humanos, que voluntariamente fueron sometidos al quimérico experimento de la inmortalidad. Hombres y mujeres carentes de toda emoción auténtica y espontánea, pues cada una de sus emociones son cibernéticamente inducidas.
Soy conocido entre mis colegas como el funambulista, pues me gusta realizar equilibrios, caminar sobre la cuerda que sujeto entre torre y torre de Town Machine. Pero realmente no soy más que un modesto científico desequilibrado al que sus colegas toman por loco y tal vez lo sea.
Uno de los ejes de mi investigación es la relación entre lo inerte y lo vivo, mantengo la tesis de que el movimiento de lo inerte se trasmite al cuerpo que lo refleja, impulsando así una verdadera dinámica, impulsando así una verdadera dinámica, parece algo baladí, pero tras el misterio de la vida hay siempre algo que se nos escapa.
El hombre lleva su historia y sus deseos hasta el final de sus fuerzas y de esa voz misteriosa y silenciosa del inconsciente. Hemos interrogado a la materia, al átomo, al universo, a la fe y a la ciencia, pero el ser humano sigue prisionero de sus miedos, no alcanza a ver con nitidez la mano gigantesca que lo manipula.
¿Dónde está el origen de su carencia o deseo? A pesar de todo, llevamos en nosotros una especie de memoria de todas las experiencias vividas, todo ello queda grabado en algún lugar. El ser humano no puede expresar todo lo que sabe, porque está tanto en el continente como en el contenido.

Aún esta ciudad que fue construida a base de energía solar, habitada por criaturas perfectas y casi inmortales, la experiencia necesaria nos corroe. No sé de qué se trata exactamente, tal vez tenga que ver con la soledad que siente todo ser humano, con la posibilidad de vernos en un espejo como unos monstruos demiurgos creados de híbridos, de organismos provistos de medios mecánicos para emular la vida. La esperanza que nos lanza una y otra vez contra el vacío que no logramos superar.

ABSOLEM (Revista electrónica), Núm. 40, 15 de enero de 2017 "La ciudad"..


Revista ABSOLEM, editada en Guadix (GRANADA) por la Asociación para la Promoción de la Cultura y el Arte "La Oruga Azul", 
laorugazul2013@gmail.com
ISSN: 2340-8634


SUMARIO


Portada (foto), por JORGE PASTOR SÁNCHEZ.



ARTISTA ANFITRIÓN: 




ARTÍCULOS: 





RELATOS: 










POEMAS: 



























La ciudad, por MARÍA PIZARRO.



La ciudad que no asfixia
no es ciudad, no es madre
entrañable que acariciar
viendo sus ojos en tus ojos.

La ciudad eres tú
y todo lo que aprendiste
con sabor a contratiempo,
sabor metálico de enfermedad,
y ruidos tóxicos.
EL esqueleto que mantiene,
idéntico a una madre.


Ciudad vertical, por ISABEL PÉREZ ARANDA.



Cada día que pasa esta urbe espigada,
se desliza sobre un mar sereno y sinuoso,
empujada de soles y mareas regias,
se vuelca en el ingente aglutinado humano
y galantea de arenas limpias 
que desmontan su incesante festinación.

La absorbe y realimenta rendir pleitesía de luz,
cada aleteo de gaviotas insufla libertad de espacio,
y un tiempo perenne deshace las rocas del Mal pas.

Esta urbe que soporta el trasiego infinito
con millones de pisadas transcurriendo hipnóticamente,
casi por inercia, respira agitada,
cuando su simple observación bastaría para alegrar el alma.

Esta ciudad de escalones verticales, suspira
desde su alto de cruz y amplia su secreto,
acoge sin perjuicios edades y conjuros,
siembra con destreza imanes de ida y vuelta,
y asombra retinas de quienes por primera vez,
la descubren.

Soy de ciudad, por MARIAN ORRUÑO TOUZÓN.

   
Soy de ciudad, inevitablemente soy de ciudad aunque pasé grandes temporadas en el campo, eso fue en otro tiempo, en ese acaudalado estado de juventud sin intermitencias en el que una flor es una flor sin pararte a pensar en los pistilos, ni en la corola. Sin cuestionamiento de la vida y la muerte, sin sentir que no eres vegetal sino animal semirracional, sin atreverte a pensar, siquiera, ni por un momento qué, algún día, se te caerá el mundo encima cuando ahora está a tus pies
Nací en una ciudad a orillas de una llamada ría; ría, el ambiguo nombre dado a dos aguas, la salada cuando sube sin permitirla subir hasta invadir los afluentes, cuando, justamente, la frena una pequeña presa y esa mar salada que penetra como amante sigiloso hasta mezclase y en ese punto luminoso, flourescente de alquimia nací yo, exactamente cuando la marea en su llegada mansa, frena.
   Soy de ciudad, lo repito, me gusta la ciudad, me gusta ver la gente mezclada, fresca de mañana, cargada de tarde, optimista hasta el absurdo, ver sus caras relucientes, lustrosas, sanas aún, florecidas por la noche, reverdecidas por la cama, reverenciadas por el sueño.
Voy deprisa por ella, por mi ciudad y sin embargo la veo y huelo su aroma de coches y polvo, soy de ciudad y es secundario el repugnante olor a gasolina, la herrumbre de los coches, la mezquindad del asfalto, el murmullo de la gente, el crepitar de cada zapato estampado en la baldosa.

Ayer vi a un hombre, se tambaleaba de mañana, parecía borracho, estaba borracho, se jactaba de ser el más listo y el resto idiota; a qué se referiría con ser él, el más listo, qué eludía por un tiempo limitado, enfrentarse a lo que los demás sin pensarlo aceptábamos, lo gritaba, gritaba extemporalmente y tal vez tuviese razón, hay algo más absurdo que vivir, vivir en la ciudad aún y a pesar de sentir por ella debilidad: vivir amontonada, atormentada por el ruido en un edificio como colmena, mascar el polvo cada día, cada segundo, oler a frenos, a humano, al excremento de la calle, sin lugar donde habitar hasta llegar a tu colmena saciada...

El poeta contempla las ruinas de una ciudad en guerra, por ANTONIO MORILLAS JIMÉNEZ.



Atrás, lejos de nuestros ojos,
quedan las ciudades dormidas,
exhaustas,
que padecieron la guerra
y aún soportan las heridas
que supuran
en las profundidades de su alma.

Alguna vez resuena
el eco de las bombas, los lamentos,
y vuelven a fluir en la memoria
los ríos de sangre que anegaron
sus calles.

Vuelve a llorar el hombre
en sus ciudades,
como un ciego anónimo
que busca apoyarse
en el bastón del olvido
para poder caminar...

Porque las ciudades olvidan,
sí, olvidan,
pero mantienen los rescoldos
sobre las calles del ayer,
hoy renacidas,
para no repetir la historia.

Entretanto, el agua de las fuentes
fluye sobre las calles de la memoria,
velando el sueño de los muertos.


Recuerdos de mi niñez, por MAURICIO JARAMILLO LONDOÑO.



Para mi Tía Rosita Ocampo, un fragmento de ‘MI HISTORIA’
Las navidades eran extraordinarias. Cuando las pasábamos en Bogotá, durante quince días armábamos en el jardín un Pesebre enorme bajo un kiosco especialmente construido por mi papá para la ocasión: cajas de madera y de cartón cubiertas con un papel―cera verdoso repleto de pedacitos de aserrín marrón; le distribuíamos musgo del bosque cercano traído por nosotros en costales ―arrancándole la piel vegetal a La Tierra― para volver el pesebre más real. Le colocábamos paticos de plástico, espejos que simulaban lagos, cascadas de arena amarilla, caminos de gravilla menuda, gansos, vacas, burros, leones y ovejas todos de baquelita, casitas de cartón iluminadas por dentro cada una con un bombillito, verde este, naranja aquel, rojo el de más acá, reyes magos, iglesias, castillitos de cerámica, lucecitas de nochebuena, incluso mi hermano y yo instalamos un pequeño aeródromo con nuestros diminutos aviones de latón y plástico; María y José observando dentro de una cabañita con techo de paja al niñito en pañales acostado que levantaba una piernecilla rosada, abría sus brazos y sonreía. El rezo de la Novena* debajo del árbol de eucalipto plateado (en ese precioso eucalipto de hojas parecidas a monedas de plata habíamos construido, en sus ramas, una casa de madera, casa en la que nos acostábamos a leer y a jugar). Navidades con pólvora, regalos por montón ―no se me olvida el tren eléctrico, un tren con carrilera completa, vagones para pasajeros y para carga, la máquina locomotora sólida, de hierro, perfecta, una locomotora en miniatura que halaba, subía y bajaba pendientes, echaba humo, hermosa, qué bello trencito―; comida, dulces, muchos niños, primos, amiguitos…
Las navidades en aquella finca ―La Ínsula― se colmaban de voladores, castillos de colores lanzando pshuuuuupshuuu sus luces con estrellitas al cielo, globos que elevábamos con su mecha encendida y que veíamos subir, bambolearse, girar, achiquitarse, desaparecer; aguinaldos del Niño Dios por docenas, rezos, piscina helada de concreto y agua corriente que entraba por el frente y salía por un costado (salíamos tiritando pero no nos importaba, era piscina); íbamos a ojear las decenas de marranas paridas con los cochinillos pegados a sus tetas, incubadoras con miles de pollitos recién nacidos, seres amarillos envueltos en una pelusita suave y que piaban buscando a su mamá extrañados de haber sido paridos por una máquina metálica; centenares de gallinas ponedoras, unas dedicadas a producir huevos para el mercado de Chinchiná y Manizales, y otras con sus gallos ―uno por cada diez gallinas para fertilizar los huevos―, una cantidad tal de gallos que con sus kikirikiiiis alborotaban los galpones cada rato produciendo un bullicio increíble (un veterinario amigo que manejó granjas avícolas, recientemente me contaba que al anochecer las ‘esposas’ del gallo lo rodean en círculo protegiéndolo para que al día siguiente continúe en su labor de ‘pisarlas’; me dijo también, que al atardecer en un galpón de cinco mil gallinas y quinientos gallos hay quinientos círculos perfectamente demarcados, y que cuando muere un gallo las gallinas ‘viudas’ se reparten entre los demás grupos); ayudábamos en la recolección de huevos; montábamos en los caballos para dar vuelta y visitar la ramada donde se fabricaba la panela, subíamos a las casas de los agregados (varias casas de vivientes ubicadas estratégicamente por toda la geografía de esa propiedad gigantesca).
En La Ínsula, mi papá junto a mi tío Hernán y Jorge Ocampo mi tío abuelo, en las festividades de diciembre competían a lanzarse voladores uno contra el otro, decenas de voladores, en una ociosa y riesgosa batalla de pólvora. Todos aplaudíamos, reíamos, apostábamos en favor de tal o cual campeón. ¡Qué bárbaros!
Otras nochebuenas en Bogotá, en nuestra casa, con decenas de obsequios del Niño Dios; árbol relleno de bolitas de color, pino de verdad, pues mi padre recorría cerros y fincas hasta encontrar uno bien hermoso que colocaba en plena sala adornado con sus lucecillas y su escarcha navideña. Los niñitos jugueteábamos en el prado y en los cuartos. Una noche de pólvora y voladores, de papeletas, totes y volcanes luminosos que vomitaban sus colores y luceros muy alto. Jesús Botero prendió una mecha y le estalló en sus dedos, voló la sangre, se suspendió la fiesta transitoriamente, al hospital con Jesús, pedazos de carne humana en el suelo, dolor en el gesto; se reanudó la bacanal religiosa, no se podía aguar la celebración de los niños. Jesús Botero recuperó su carne y su piel con el paso de los meses.
En Gavilanes, la finca de café, caña y ganado de mis tíos, también transcurrieron inolvidables navidades: de nuevo el pesebre edificado por todos nosotros, las mamás y los niñitos, en una esquina del corredor trasero. Varios días dándole a la tarea: un cerro escalonado en miniatura por el que ascendían jornaleros de arcilla, bueyes de barro, reyes de cerámica, mujeres de porcelana, campesinos de madera, animales de todas las especies y tamaños, recodos en el camino, lagos construidos con un tazón de plástico y agua, casitas de cartón, abismos difíciles, senderos empinados, hasta llegar a la cumbre donde los ángeles, los Reyes Magos, los pastores, los padres del Niño Jesús, esperaban a que llegara el Divino Niño. Transcurría la Novena. Rezábamos durante nueve días antes del nacimiento, desesperados por que llegase el 24 de diciembre, orando con fe, pero un poco aburridos de repetir y repetir los mismos estribillos, las mismas letanías, y de oír la lectura de unos textos con un lenguaje extraño que no entendíamos muy bien. Se cantaban villancicos, se comían extraordinarios y deliciosos buñuelos parecidos a pequeños soles perfectos, redondos, regados con melado de panela, natilla caliente, chocolate en leche.
Al fin llegaba el día. Habíamos dormido ansiosos, intranquilos. Brincábamos de las camas como lagartijas, corríamos a ver el pesebre, era aún de día, no había Niño, nadie había nacido aún. Habría que esperar a la noche, a la larga noche que no llegaba, la jornada se nos antojaba laaaarguiiisima, jugábamos, corríamos, reíamos, nos revolcábamos en el jardín, pero sin que los grandes se diesen cuenta, nos asomábamos  de vez en cuando al rincón del pesebre:¿habría llegado ya?, pero nada.
Crepúsculo: un sol aperezado se acostaba, las nubes le cubrían acobijándolo, los rayos de luz multicolor teñían de naranjas y violetas, rojos y esmeraldas la tarde. Todo indicaba que llegaría, que vendría el Niño; sin embargo, a esperar, a esperar. De nuevo la novena, el último día, ¡qué emoción, cuánta espera, cuántos días!, ¿vendrá?:
“Pero ha llegado la media noche y de repente vemos dentro de ese pesebre antes vacío, al Divino Niño esperado, vaticinado, deseado durante cuatro mil años con tan inefables anhelos. A sus pies se postra su Santísima Madre en los transportes de una adoración de la cual nada puede dar idea. José también se le acerca y le rinde el homenaje con que inaugura su misterioso e imperturbable oficio de padre putativo del redentor de los hombres.
“La multitud de ángeles que descienden del cielo a contemplar esa maravilla sin par, deja estallar su alegría y hace vibrar en los aires las armonías de esa "Gloria in Excelsis", que es el eco de adoración que se produce en torno al trono del Altísimo hecha perceptible por un instante a los oídos de la pobre tierra. Convocados por ellos, vienen en tropel los pastores de la comarca a adorar al ‘recién nacido’ y a prestarle sus humildes ofrendas.
“Ya brilla en Oriente la misteriosa estrella de Jacob; y ya se pone en marcha hacia Belén la caravana espléndida de los Reyes Magos, que dentro de pocos días vendrán a depositar a los pies del Divino Niño el oro, el incienso y la mirra, que son símbolos de la caridad, de la oración y de la mortificación. ¡Oh, adorable Niño! Nosotros también los que hemos hecho esta novena para prepararnos al día de vuestra Navidad, queremos ofreceros nuestra pobre adoración; no la rechacéis: venid a nuestras almas, venid a nuestros corazones llenos de amor.”
Este rezo que transcribo, no era tan corto, sino laaaarguiiisimo. Ocho de la noche, nueve, diez, nada de nada, empezábamos a cabecear, el sueño se estaba tomando nuestro cuerpo, el cansancio nos dominaba, pero la incertidumbre y la expectativa nos avispaba de nuevo. Los grandes nos entretenían, Raquel Arias jugaba con nosotros y como siempre, durante años, caíamos en la trampa: mientras jugábamos lejos del Pesebre llegaba el Niño y con él la locura: ¡vengan, vengan, ya nació!
Los regalos, regalos que se iban entregando uno por uno, con la mayor de las agitaciones en nuestros corazones: ¿qué me traería el Niño Dios, qué maravilla llegaría? Al fin, tras muchos días, rasgábamos el papel y desentrañábamos el juguete, la ropa, el libro de cuentos, el muñeco, el artilugio. Nos mostrábamos unos a otros lo que el Niño Dios nos había dado. ¡Qué felicidad! ¡Cuánta alegría! Nuestros papás nos miraban con ojos de gozo, con el más grande de los placeres: ¡dar, regalar, complacer al hijo!
Estas eran nuestras navidades.

* La novena fue originalmente creada por Fray Fernando de Jesús Larrea, franciscano nacido en Quito en 1700 quien después de su ordenación en 1725 fue predicador en Ecuador y Colombia. Fray Fernando la escribió por petición de la fundadora del Colegio de La Enseñanza en Bogotá doña Clemencia de Jesús Caycedo Vélez y fue publicada originalmente en 1743. Muchos años después una religiosa de La Enseñanza, la madre María Ignacia (nacida Bertilda Samper Acosta) la modificó y agregó los gozos (canciones).

Litorales, por TOMÁS SÁNCHEZ RUBIO.



No vive tanta gente como dicen
en esas flamantes casas del nuevo barrio
costero: todas tan iguales, tan perfectas,
tan lógicamente confortables y apretadas.

Son moradas de penas, placeres efímeros
y de otras cosas sin importancia,
pero están casi vacías.

Allí se ve a televisión y se escucha música
hasta altas –o bajas, según- horas de la madrugada.

Son hogares con balcones que no dan demasiado
a la calle: salientes, cuadrados, tristes
pechos de parca almidonados.

El mar está cada vez más lejos
de quienes creen olerlo en aceras recalentadas,
en bares atestados de sudor opaco

y falsos amantes satisfechos.

Si estuvieras aquí, por ISABEL REZMO.




Si estuvieras aquí.

Es un grito poderoso.

miro enfilando la calle,

mirando sus salidas.

Si estuvieras aquí.

Es una actitud lastimera,

con acuse de recibo en mi parada.

Farolas. Aires. Piedras.

Si estuvieras... tan solo un instante...

un salvaje segundo en esta tardía tarde.

Si estuvieras, si me dejaras coger de la mano

el transeúnte momento que se acaba,

la cuesta del polvo y de tierra,

que me grita tu nombre.

Si estuvieras...

Arrancaría la flor más hermosa y versátil

de las plazas, de los jardines...

la tierra que siembra la longitud de las campanas,

de los tejados, de las cigüeñas en los campanarios.

Me digo, complaciente

si estuvieras... si hablaras, me cogieras...

Si estuvieras aquí...

te enseñaría las azoteas,

los dulces rayos de aromas de la aurora, del amanecer,

de la tarde noche en las ventanas.

Con sus visillos, con sus lindes.

Y escaparía el agua de las fuentes,

de los cántaros de antaño...

y yo... Si estuvieras aquí.


JUAN CARLOS GARCÍA DE LOS REYES (Arquitecto y urbanista).


I.                    SEMBLANZA DEL ARQUITECTO URBANISTA JUAN CARLOS GARCÍA DE LOS REYES
JUAN CARLOS GARCÍA DE LOS REYES 


(1960. Guadix, Granada. Andalucía), es Master en Arquitectura (ETSA Sevilla 1984) y Master en Estudios Urbanos y Territoriales (INAP 1993).
Este singular arquitecto y urbanista dirige en Andalucía GRarquitectos (García de los Reyes, arquitectos asociados, SLUP) y en Latinoamérica DCC Desarrollo de Ciudades Comprometidas, una alianza estratégica entre diversas consultoras andaluzas. En ambos casos, desempeña su actividad en los campos de la ordenación territorial y la planificación urbanística y sectorial bajo los principios de “La Ciudad Comprometida”.
Ha desarrollado durante sus más de 30 años en ejercicio una actividad profesional intensa, diversa, brillante y  con un claro compromiso social y con la sostenibilidad.  Y la ha llevado a cabo fundamentalmente en Andalucía, y desde 2010 también con regularidad en Latinoamérica, habiéndose concretado en al menos un millar de proyectos y un centenar de trabajos de planificación. Entre ellos cabría destacar:

-          El planeamiento supramunicipal del Barranco del Poqueira (Bubión, Capileira y Pampaneira) y su contenido de protección.
-          El POTAUG: Plan de Ordenación del territorio de la Aglomeración Urbana de Granada.
-          El Plan Especial de Protección y Catálogo de la Alhambra de Granada, España;
-          El Centro Cultural Medina Elvira, Atarfe, España;
-          Los Planes Directores de Conjuntos Monumentales tales como la Concatedral de Baza y el Convento de San Antón de Granada, respectivamente.
-          Los Planes Locales de Instalaciones Deportivas de Granada, Málaga y Sevilla, entre otros.
-          Numerosos PGOU y Planes Especiales de Protección de Conjuntos Históricos o Sitios Históricos en Andalucía. 
-          El anteproyecto de Ley de Gobernanza Territorial de Perú;
-          El Plan de Desarrollo Metropolitano de Arequipa, Perú;
-          Los Planes Urbanos Estratégicos de diversas ciudades de Chile;
-          o los Planes Municipales de Movilidad Sostenible para las principales ciudades de Bolivia.

Cabe citar que acaba de ser seleccionado para dirigir en Colombia la modernización de numerosos planes urbanos y territoriales en un proyecto estatal avalado por el Banco Mundial.
Además, es cofundador en 1991 de la UIM Unión Iberoamericana de Municipalistas, organismo internacional al que asesora en materia urbanística y ambiental; como docente en diversos cursos de especialización; y ha coordinado su Red de Conocimiento sobre Urbanismo.
Es autor de un buen número de publicaciones y artículos de opinión, y ha impartido decenas de conferencias sobre urbanismo y sostenibilidad en prestigiosas universidades de España y Latinoamérica.
Ha recibido numerosos reconocimientos profesionales entre los que cabe destacar los recibidos por:

-          En 1997 fue nominado por la Diputación Provincial de Granada a los PREMIOS EUROPEOS DE URBANISMO por sus trabajos en el Barranco del Poqueira.
-          La Bandera de Andalucía por:
o   la planificación metropolitana de Granada (POTAUG) en 2000;
o   la planificación supramunicpal del Barranco de Poqueira en 2007;
-          Premio AGESPORT al mejor trabajo técnico de Andalucía por el Plan Local de Instalaciones Deportivas de Granada, en 2006;
-          Representó a Andalucía en 2006, a propuesta de la Secretaría General de Ordenación del Territorio y Urbanismo, en el PREMIO MEDITERRÁNEO DEL PAISAJE, por su trabajo “Experiencias de Sensibilización del Paisaje en La Alpujarra”.
-          Dedicación del XXVIII Festival de Música tradicional de La Alpujarra en 2009 (que por primera vez recaía en manos de un arquitecto) por sus planes, estudios y publicaciones sobre la arquitectura y el urbanismo tradicional de esta comarca;
-          La Medalla Cívica de la UIM, en 2016.

Y además, o seguramente sobre todo, es autor La Ciudad Comprometida http://granadablogs.com/gr-arquitectos/


II.                  LA CIUDAD COMPROMETIDA, UN NUEVO PARADIGMA URBANO HECHO PEDAGOGÍA.



LA CIUDAD COMPROMETIDA es un conjunto de conocimientos y buenas prácticas condensados por GRarquitectos en su dilatada actividad y que se estructura en tres grandes bloques: la arquitectura comprometida, la ciudad comprometida y el territorio comprometido, siendo también el nombre con el que Juan Carlos García de los Reyes interactúa semanalmente a través de su Blog y a través de las redes sociales. También es el nombre con el que se denomina a los foros de debate públicos que anualmente promueven; y también el que se asigna a los talleres formativos que ya a nivel interno desarrollan quincenalmente.
“Cuando cumplí 25 años de profesión, desde GRarquitectos quisimos celebrarlo organizando un ciclo de conferencias y debates. Ahí tomó forma el nombre de LA CIUDAD COMPROMETIDA ya que creé un blog con este nombre para empezar a alimentarnos de ideas con el fin de debatirlas posteriormente en esas jornadas. La celebración concluyó pero la idea de La Ciudad Comprometida y su blog siguieron vivos, y meses después me pareció una fórmula muy bonita para denominar al proyecto internacional de nuestra empresa, ya que con el concepto de DESARROLLO DE CIUDADES COMPROMETIDAS era más sencillo dirigirnos a los alcaldes, regidores, instituciones o vecinos, mostrándoles que otro tipo de ciudad es posible…
…¿Qué es una Ciudad Comprometida? Una ciudad donde reine la armonía, se incorpore la inclusión, la eficiencia, el respeto al medio ambiente y en la que las personas puedan vivir con dignidad y desarrollarse como ciudadanos. Una ciudad que considere su memoria histórica, desde el entendimiento de que “nada es, sino por lo que ya ha sido”. Cuando una ciudad es armónica, la sociedad que la habita es armónica. En cada caso, el paisaje urbano y periurbano hablan con elocuencia de la sociedad que hay detrás.” JCGR 2015: Entrevista en la revista Arkeos. Perú.
No cabe duda que los paradigmas del desarrollo urbano están en un importante proceso de cambio durante las últimas décadas. La consideración de conceptos como sostenibilidad, accesibilidad, mixtura de usos, integración social, participación, gobernanza, etc., han producido la obsolescencia de paradigmas anteriores basados en la funcionalidad, la movilidad rodada, la zonificación o la segregación de usos. Y el cambio de paradigmas se está produciendo en lugares tan diversos como Estados Unidos con el Nuevo Urbanismo, Europa con el proceso de reflexión de las Ciudades del Mañana o América Latina y el Caribe con los avances hacia una Nueva Transición Urbana.
Paralelamente se están generando otros modelos, tales como las Ciudades Inteligentes o las Ciudades Tranquilas, que complementan, perfeccionan o especializan determinados aspectos de los nuevos paradigmas urbanos (DCC 2015: Memoria para el Plan de Desarrollo Urbano de San Isidro, Lima).  http://granadablogs.com/gr-arquitectos/2015/07/13/dcc-define-un-nuevo-modelo-de-desarrollo-urbano-para-san-isidro-lima/
Y en ese contexto, LA CIUDAD COMPROMETIDA surge como un vehículo para explicar  a la sociedad en general, y también, claro, a sus representantes políticos y sociales, ese modelo de ciudad pretendida, diseñada a escala humana, en el que las personas ejerzan de ciudadanos y en la que se den las condiciones adecuadas para que los ciudadanos puedan desarrollarse como personas. Por tanto, tiene mucho que ver con esa cierta labor de “apostolado social” que debe hacer el urbanista, sobre todo cuando trabaja en los países en vías de desarrollo…
Por tanto,  LA CIUDAD COMPROMETIDA ha hecho un esfuerzo por sintetizar los invariantes en los que coinciden los nuevos modelos urbanos pretendidos por los  paradigmas actuales del desarrollo urbano ya mencionados, para a continuación contarlos, explicarlos más bien, a través de pequeñas reflexiones sobre casos prácticos y relativamente domésticos; contando las buenas prácticas que aquí o allá se dan; divulgando experiencias exitosas; hablando de ciudadanos ejemplares (“comprometidos”); o ayudando a valorar lo mejor de cada lugar… con un lenguaje sencillo y huyendo, en lo posible, de los tecnicismos. Y por tanto no es casual, en absoluto, que este blogs se haya integrado desde su nacimiento, en junio de 2009, en la comunidad bloguera del periódico Ideal: GranadaBlogs, ubicada y con acceso directo desde la página digital de este diario.

III.                UN BREVE PASEO POR LA CIUDAD COMPROMETIDA
Ya transcurridos algo más de siete años, Juan Carlos García de los Reyes ya ha publicado en LA CIUDAD COMPROMETIDA algo más de 1200 post, con regularidad y siempre puntual a su cita con los ciudadanos, difundiendo sus enseñanzas aquí o allá… En Granada, en Andalucía, en América…
 “…estamos celebrando el 5º aniversario de este Blog, sin el cual ya no sabría entenderme…  porque ha sido a través de estas páginas virtuales como ha ido aflorando todo el sentido de mi yo, como persona, o como ciudadano o como arquitecto… para hoy poder visualizar la magnitud que pueden llegar a ser los aportes personales y colectivos en esa tarea titánica pero maravillosa de construir un mundo diferente, más justo, con mayores y mejores oportunidades para todos… Donde la esencia de lo que ha sido esté presente en el moldeado de lo que pueda ser…  Por eso para mí, La Ciudad Comprometida  es mucho más que un blog…  es un reto,  es un afán, es un compromiso que ayuda a explicar que cada día, aquí o allá, en la red o en vivo, con palabras y sobre todo con los hechos, cada vez somos más los que tenemos claro que no podemos ser sólo espectadores en un mundo que cada vez nos gusta menos…” JCGR 2014: http://granadablogs.com/gr-arquitectos/2014/07/14/hoy-se-me-agolpan-los-sentimientos/
El blog organiza los artículos publicados según categorías, y a finales de 2016 arrojaba los siguientes datos: Arquitectura Comprometida (260), La Ciudad Comprometida (307), El Territorio Comprometido (216), La Sociedad Comprometida (100), Ciudadanos Comprometidos (51), Foros Profesionales GR (51), Noticias y actualidad (266) o Miscelánea (21).
Os ofrecemos un breve paseo por sus páginas a través de una selección de sus páginas:
Como por ejemplo cuando hablan de arquitectura: http://granadablogs.com/gr-arquitectos/2010/11/05/modernidad-y-tradicion-en-la-arquitectura-espanola-por-ignacio-abel-en-la-noche-de-los-tiempos/ donde Abel, el protagonista de la novela de ANTONIO MUÑOZ MOLINA “La noche de los tiempos”, narra su particular visión sobre la evolución de la arquitectura española.
Reflexionando sobre algunos de los dramas de la sociedad actual: http://granadablogs.com/gr-arquitectos/2010/02/28/las-miradas-del-sahara/
Mirando con perspectiva a los problemas de las ciudades: http://granadablogs.com/gr-arquitectos/2013/11/27/corone-el-misti/
Hablando sobre la protección y revitalización de las ciudades históricas: http://granadablogs.com/gr-arquitectos/2016/09/28/el-dificil-camino-de-las-ciudades-historicas-el-caso-de-montefrio/
Como también son recurrentes los temas accitanos, con numerosas reflexiones sobre Guadix y su territorio. Valgan como ejemplo los siguientes: