La Oruga Azul.

La Oruga Azul.
La oruga se puso azul turquesa, porque presa de la luz de la poesía, reposa en las cuartillas de la mesa impregnada de tinta y fantasía… (Antonio Peláez Torres),

miércoles, 14 de junio de 2017

ÁNGELES IRISARRI (escritora)


Mi felicitación a los componentes del Grupo la Oruga Azul, por editar ABSOLEM; especialmente a Carmen Hernández Montalbán, la factótum, sin duda, de las letras virtuales de vuestra revista. 
Gracias, porque, entre todos, hacéis más grande la ciudad de Guadix. A la par que  proporcionáis una gran alegría a los que, de un modo u otro, participamos en este bello proyecto que viene durando en el tiempo y que goza de excelente salud. 
Saludos muy cordiales

Ángeles de Irisarri 

CURRICULUM

Licenciada en Filosofía y Letras por la Universidad de Zaragoza, está casada y es madre de dos hijos. Ejerció como profesora, archivera y en una agencia de publicidad como jefa de medios y administradora. Colabora habitualmente en la prensa aragonesa.

Ángeles de Irisarri es un caso atípico como escritora ya que empezó a publicar novelas y cuentos en la madurez, pasados los cuarenta años. Posee un dominio del lenguaje que sorprende por su originalidad y un fino sentido del humor, así como el profundo conocimiento de la época histórica en la enmarca sus obras: la Edad Media. Es característico de su estilo unos toques de fantasía mágica con una ingenuidad que surge de la tradición o superstición popular, propios de la época en la que se mueven los personajes. En la novelas ambientadas en la Edad Media, la utilización de un lenguaje un poco arcaizante, da la narración un matiz muy personal a la vez que contribuye a la creación de ambientes y situaciones. Sus protagonistas son eminentemente femeninos y atípicos en el sentido de imponerse a los convencionalismos de la mujer medieval, haciéndose dueñas de su destino. Es poseedora, entre otros, del Premio de Novela Histórica Alfonso X El Sabio. Se dedica sobre todo al género narrativo.

 *Toda, Reina de Navarra, 1991
 *El estrellero de San Juan de la Peña, 1992
 *Lisa-Gioconda y otros cuentos, 1992
 *Trece días de invierno y otros cuentos, 1994
 *Ermessenda, condesa de Barcelona, 1994
 *El año de la inmortalidad, 1994
 *Siete cuentos históricos y siete que no lo son, 1996
 *Diez relatos de Goya y su tiempo, 1996
 *El viaje de la reina, 1997
 *Moras y cristianas (en coautoría), 1998
 *Las damas del Fin del Mundo, 1999
 *La cajita de lágrima, 1999
 *La reina Urraca, 2000
 *Historias de brujas medievales, 2000
 *Trilogía de Isabel, la reina, 2001
 *América, 2003
 *Romance de ciego, 2005
 *Te lo digo por escrito, 2006
 *Gentes de las tres religiones, 2007
 *La artillera, 2008
 *Perlas para un collar (en coautoría), 2009
 *La estrella peregrina, 2010




(Fragmento)

Doña Isabel, reina de Castilla, de León, de Aragón, etcétera, indagó un tanto más en el negocio de la luna roja, pero nadie sabía nada e, cuando la nombraba, ya fuera a hombres sabios o a sus damas, la miraban como si se lo hubiera inventado, como si no existiera. Por eso hizo contemplar a sus camareras la luna roja de abril de aquel año y admiró con todas ellas el magnífico resplandor del astro y la singularidad de su colorido. Doña Beatriz incluso dijo:

—Hoy es un buen día para que los poetas canten a la luna, pues luce más hermosa que nunca. E la reina apuntó:

—Tienes razón… Sería bueno que practicaran con los metros italianos, ésos que ha traído don Marineo Sículo… —Que se emplearan escribiendo sonetos, como los del maestro Petrarca —apuntó doña Clara. E sí, sí, preciosos sonetos hubieran podido escribir los poetas de haber contemplado aquel día la luna roja de abril. Doña Isabel dejó el asunto porque no creía que la luna roja de por sí trajera bondades ni maldades, a más por no poner en brete a los hombres sabios que la rodeaban, pues que su capellán preguntó a unos y otros y nadie sabía palabra. Es más, muchos no se habían siquiera fijado en la luna roja de abril o de Otros meses, lo cual venía a decir que estaban tan pegados a las Vanidades del mundo que tan siquiera eran capaces de levantar la vista y ver lo que había en el ancho cielo. A más, que don Hernando se enojaba:

—Sepa la mi señora doña Isabel que un doctor de Salamanca ha respondido a mi carta sobre la luna roja de abril diciéndome que se llama luna parcal, que lo dijeron los antiguos griegos… Pero se ha extrañado mucho de mi pregunta y me ha demandado para qué lo quiero saber y dicho que, si lo deseo, consulta a un nigromante, y hasta ahí podíamos llegar, alteza… Que nunca se ha de terminar en estos reinos con las supersticiones…

—¡Téngase fray Hernando, que lo de la luna roja es cuestión baladí…! Lo que me preocupa es la guerra de Granada y el matrimonio de mi hija, la infanta Isabel, pues quiero casarla bien… Y , en esto, entró Gonzalo Chacón en el aposento para decirle:

—Don Muley Hacen, rey de Granada, ha dejado la ciudad… Va muy enfermo camino de Almuñécar… La población, a instancias de los alfaquíes, se ha presentado en la Alhambra a pedirle cuentas y, al saber que no estaba, ha armado algarabía…

—¡Magnífico, don Gonzalo! —Los ha recibido la reina… —¿La reina? ¿La renegada o la madre?

—La renegada, alteza. Pero no ha conseguido apaciguarlos, pese a que dijo que su marido el rey estaba enfermo de cuidado… El pueblo cree que ha huido y no quiere tal rey.

 —¿Será verdad lo de la enfermedad o será un cobarde el señor Muley?

—No se sabe, pero doña Zoraya ha asombrado a todos… Es mujer varonil… Dicen las cartas recibidas que no se amilanó delante del pueblo e que mandó llamar a su hijo e que se encaró con los alborotadores: «Si no queréis por rey a don Muley Hacen porque está enfermo, aquí tenéis a su hijo. Proclamadlo rey…».

—Como cualquier madre quiere ver rey a su hijo antes que a Boabdil, pero no cuenta con ése el Zagal, que es gobernador de Málaga y hermano de don Muley, y que allí hereda el hermano e no el hijo… ¿Dónde está don Fernando?

—Está en Málaga viendo aquello para ponerle sitio…

—¿Qué ha pasado por fin en Granada?

—Los granadinos no han querido al hijo de la cristiana… —Los castellanos tampoco hubieran querido al hijo de una mora del soberano.

—Lo que dicen las cartas es confuso.

—¡Escriba don Gonzalo al rey con estas nuevas por si las desconoce e despache mensajero de inmediato…! Doña Isabel, ya con sus damas, comentó que momento era de hacer grande guerra a los moros, de conquistar Málaga para neutralizar la ayuda que los musulmanes recibían de los musulmanes del Magreb y de poner sitio a Granada. Dijo de levantar un campamento en la Vega y de ir ella para, amén de controlar la intendencia y el gasto, poner orden entre nobles y capitanes para concertar las acciones guerreras, pues que, yendo cada uno por su cuenta, se perdían vidas y dineros. Añadió que podría hacer buen papel en la retaguardia interrogando a los cautivos moros que hicieren, e preguntó a sus camareras si conocían alguna dama de alcurnia que supiera árabe para llamarla a su lado y que interpretara lo que le dijeran los prisioneros. Las damas repasaron los linajes de Castilla, Alba, Pimentel, Medina Sidonia, Infantado, Cádiz, Haro, etcétera, e no hallaron a ninguna dama que pudiera saber árabe, e fue la misma reina la que apuntó, pues que había pensado en ellas recientemente, a las marquesas de Alta Iglesia...

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