La Oruga Azul.

La Oruga Azul.
La oruga se puso azul turquesa, porque presa de la luz de la poesía, reposa en las cuartillas de la mesa impregnada de tinta y fantasía… (Antonio Peláez Torres),

domingo, 15 de febrero de 2015

TOC (Trastorno Obsesivo Compulsivo), por CARMEN HERNÁNDEZ MONTALBÁN





   Me llamo Magdalena Oliva, el pasado verano me puse a trabajar en un restaurante de ayudante de cocina, porque mi marido llevaba dos años en el paro y se le acabó el subsidio el mismo mes en que me salió el trabajo. Y es que Dios aprieta pero no ahoga, eso dicen todos. Lo que no me explico es por qué siempre aprieta a los mismos, y lo que menos entiendo es por qué aprieta...
   A mí esto de guisotear nunca me ha gustado, una lo hace por obligación, todos los días, porque no le queda más remedio, pero a mí la cocina, la verdad, me mata. 
   Pero vamos a lo que vamos, doctora, que no quiero ponerme pesada contándole a usted mi vida, el por qué me ha mandado aquí mi médico de cabecera: trabajé durante los tres meses de verano, echando más horas que un reloj y agradecida..., el caso es que cuando finalicé la temporada, estaba hecha un guiñapo, aunque aliviada, porque me gané un buen dinero y pude solicitar yo el paro después.
   Se conoce que salí tan harta, que al poco tiempo me pasó una cosa que no me explico. Una especie de manía en la que cualquier pensamiento  que se me pasaba por la cabeza me recordaba a la comida. Un suponer, si mi marido me decía: voy a SALir a tirar la basura, pensaba en la SAL, en la de saleros que todos los días tenía que preparar, en el lomo a la sal y en el bacalao, y me entraba un azogue y un sin vivir que no se puede usted figurar. De seguida sentía la necesidad de enjuagarme la boca. 
   El otro día en la peluquería, mientras Pepita, la peluquera, me quitaba los rulos, se me vino a las mientes un plato de caracoles, como le digo, con su hoja de laurel y todo. Me entró una sofocación y un tembleque..., con los rulos a medio desliar, me fuí al servicio como una exhalación a enjuagarme la boca otra vez.
   ¿Que por qué me enjuago la boca? no sabría decirle, es como un regusto, como un tufillo que se me viene de pronto. Lo de los nervios que se me cogen, eso es lo que me trae aquí, nunca me ha pasado cosa igual. Es que parece que veo venir el pensamiento de la manía y me pongo descompuesta.
   
  Magdalena, haga usted lo siguiente: Cuando sienta que la manía comience a invadir su pensamiento, déjela pasar como si fuese una nube, sin profundizar en ella. Si siente la necesidad de enjuagarse la boca, pruebe usted a beberse el agua. Verá usted como poco a poco, sus manías desaparecerán.
   
   ¡Ay doctora, otra vez! cuando usted ha dicho "COMO poco a poco", se me ha antojado que la consulta se llenaba de platos. Usted perdone, pero tengo que salir al servicio sin falta... a enjuagarme la boca.

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